domingo, 9 de agosto de 2009

Yo también tendré que comprarme un anillo así...

Me encantan las citas, esas frases curiosas que logran que algo en ti haga click. A veces das justo con la que necesitabas oír. Es por ello que un día se me ocurrió llenar un espacio de mi cuarto de algunas de mis citas favoritas. Primero pensé en poner un rinconcito en la pared, pero luego pensé que no era buena idea porque no suelo pararme a leer la pared... así que se me ocurrió forrar el interior de una puerta de armario con ellas. Este fue el resultado:


De este modo, a veces abro el armario y echo un vistazo a una al azar que me da un toque de atención. Aunque no tengo demasiadas no me las sé todas de memoria y lo peor es que son cosas que tienen mucho sentido pero que la mayoría de las veces olvidas. Así que teniéndolas ahí siempre tengo la oportunidad de volver a darme cuenta.

Por otro lado, colgué una por fuera, sólo una pequeña frase: "Debes saber que ESTO también pasará". Es una frase que tiene mucho sentido para mí y que saqué de un cuento de Bucay. Me siento muy identificada con el rey del cuento así que me aplico el mismo remedio a diario. Algunas personas cuando entran en mi cuarto me preguntan, a lo que yo contesto que es una especie de mantra. Dependiendo de la persona le cuento la historia, aprovechando que el que lo lees eres tú voy a contarte la historia a ti también. Bueno, mejor que lo haga su creador, que tiene más gracia:

EL REY CICLOTÍMICO

Cuando comencé a hablar, me di cuenta de mi aceleramiento. Estaba eufórico. A medida que le contaba a Jorge, me daba cuenta de cuántas cosas había hecho durante la semana. Como otras veces, me sentía un Supermán triunfal, un enamorado de la vida. Le contaba al gordo mis planes para los próximos días. Tenía tanta fuerza, tanta energía...

El gordo se sonrió alegre y acompañante. Como siempre, me pareció que ese tipo me acompañaba en mis estados de ánimo, cualesquiera que fueran. Compartir esta alegría con Jorge era una razón más para estar alegre. Todo me salía bien. Seguí planeando cosas. No me alcanzarían dos vidas para hacer lo que estaba dispuesto a empezar. —¿Te cuento un cuento? –dijo. Con esfuerzo, reconozco, me callé.

Había una vez un rey muy poderoso que reinaba un país muy lejano. Era un buen rey. Pero el monarca tenía un problema: era un rey con dos personalidades. Había días en que se levantaba exultante, eufórico, feliz. Ya desde la mañana, esos días aparecían como maravillosos. Los jardines de su palacio le parecían más bellos. Sus sirvientes, por algún extraño fenómeno, eran amables y eficientes esas mañanas.

En el desayuno confirmaba que se fabricaban en su reino las mejores harinas y se cosechaban los mejores frutos. Esos eran días en que el rey rebajaba los impuestos, repartía riquezas, concedía favores y legislaba por la paz y por el bienestar de los ancianos. Durante esos días, el rey accedía a todos los pedidos de sus súbditos y amigos.

Sin embargo, había también otros días. Eran días negros. Desde la mañana se daba cuenta de que hubiera preferido dormir un rato más. Pero cuando lo notaba ya era tarde y el sueño lo había abandonado. Por mucho esfuerzo que hacía, no podía comprender por qué sus sirvientes estaban de tan mal humor y ni siquiera lo atendían bien. El sol le molestaba aun más que las lluvias. La comida estaba tibia y el café demasiado frío. La idea de recibir gente en su despacho le aumentaba su dolor de cabeza. Durante esos días, el rey pensaba en los compromisos contraídos en otros tiempos y se asustaba pensando en cómo cumplirlos. Esos eran los días en que el rey aumentaba los impuestos, incautaba tierras, apresaba opositores...

Temeroso del futuro y del presente, perseguido por los errores del pasado, en esos días legislaba contra su pueblo y su palabra más usada era NO. Consciente de los problemas que estos cambios de humor le ocasionaban, el rey llamó a todos los sabios, magos y asesores de su reino a una reunión.

—Señores –les dijo— todos ustedes saben acerca de mis variaciones de ánimo. Todos se han beneficiado de mis euforias y han padecido mis enojos. Pero el que más padece soy yo mismo, que cada día estoy deshaciendo lo que hice en otro tiempo, cuando veía las cosas de otra manera. Necesito de ustedes, señores, que trabajéis juntos para conseguir el remedio, sea brebaje o conjuro que me impida ser tan absurdamente optimista como para no ver los hechos y tan ridículamente pesimista como para oprimir y dañar a los que quiero.

Los sabios aceptaron el reto y durante semanas trabajaron en el problema del rey. Sin embargo todas las alquimias, todos los hechizos y todas las hierbas no consiguieron encontrar la respuesta al asunto planteado. Entonces se presentaron ante el rey y le contaron su fracaso. Esa noche el rey lloró.

A la mañana siguiente, un extraño visitante le pidió audiencia. Era un misterioso hombre de tez oscura y raída túnica que alguna vez había sido blanca.

—Majestad –dijo el hombre con una reverencia—, del lugar de donde vengo se habla de tus males y de tu dolor. He venido a traerte el remedio. Y bajando la cabeza, acercó al rey una cajita de cuero. El rey, entre sorprendido y esperanzado, la abrió y buscó dentro de la caja. Lo único que había era un anillo plateado.

—Gracias –dijo el rey entusiasmado— ¿es un anillo mágico?

—Por cierto lo es –respondió el viajero—, pero su magia no actúa sólo por llevarlo en tu dedo... Todas las mañanas, apenas te levantes, deberás leer la inscripción que tiene el anillo. Y recordar esas palabras cada vez que veas el anillo en tu dedo.

El rey tomó el anillo y leyó en voz alta: Debes saber que ESTO también pasará.



Déjame que te cuente,

Jorge Bucay

5 comentarios:

Gaia dijo...

Lindo!!!
feliz verano a ti tambien
gracias por la visita, ultimamente tengo el blog bastante abandonado...ya veo que tu has vuelto!! jeje

Anónimo dijo...

Al parecer somos muchos los aficionados a esas frases, no? Me encantó el rinconcito en donde las coleccionas =)

Abrazos!

Trasto dijo...

Muy bonita historia si señor! La verdad es que estas cosas son las que nos ahcen pensar...siempre va bien leer alguna asi de vez en cuando...
Por cierto, me encantan tus ideas!! como la que acabas de decir de pegar en tu armario esas citas tan curiosas.
Y oye...yo tambien quiero un anillo asi! jeje
Besitos guapa!

Anónimo dijo...

Me encantan las citas y la idea que has tenido de ponerlas en un lugar a la vista, me lo apunto. El cuento muy chulo. Bonito blog

Dita Ciccone dijo...

mmm, no me acaba de convencer... en realidad no tiene que pasar nada, porque el mal humor está dentro de la cabeza del rey... ¿no sería un pelín bipolar el rey éste?

digo yo, eh...